EL CAIRO, Egipto.- La matanza del estadio de Port Said arroja un balance provisional de 74 muertos y más de 1.000 heridos. Y se ha convertido con rapidez en una crisis política. Los Hermanos Musulmanes, el partido hegemónico en el nuevo Egipto, sospecha de una mano invisible que organizó los disturbios o, al menos, los permitió.

Esa "mano" sólo puede pertenecer a las fuerzas de seguridad directamente vinculadas al expresidente Hosni Mubarak, publicó Elpais.es. También el grupo opositor 6 de abril responsabilizó hoy al gobernante Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Ante ese panorama, el Gobierno y el Parlamento se reunirán de urgencia esta tarde para debatir los sucesos.

Además, un trabajador del estadio que presenció lo sucedido no dudó en criticar la actuación policial. "La Policía no hizo nada. Fueron unos meros observadores", dijo, en declaraciones reproducidas por Elmundo.es.

De igual manera, se pronunció el propio director del estadio de la ciudad portuaria: "Los policías no actuaron porque tenían miedo de los hinchas. Temían que les lincharan". Mientras, el amanecer en el estadio de Al Masri es aún más impresionante de lo esperado. El campo está repleto de objetos, zapatillas y ropa... Los trabajadores del estadio rebuscan entre ellos. Hay por todas partes rastros de la descomunal pelea que acabó en la peor tragedia de la historia del fútbol egipcio. (DPA-Especial)